viernes, 1 de octubre de 2010

Algo para recordar




Hoy estrenan "bicileta, cullera, poma", un documental en el que muestran la vida de un enfermo de alzheimer, el protagonista Pascual Maragall, persona mediática querida por muchos y a partir de ahora admirado por más.

Tengo unas ganas terribles de sentarme hoy mismo en la butaca del cine, en parte a pasarlo mal, a recordar, a emocionarme y a llorar, mis ojos se emocionan sólo de pensar en que llegue ese momento, sé que me tocará contener la respiración cuando empiece, espero que la sala respete a los que vamos con dolor dentro y deberían prohibir la venta de palomitas que las guarden para Avatar, en "bicicleta, cuchara, manzana" creo que no tocan.

Mi historia personal con esta enfermedad es una fusión de sentimientos, es ternura, es una historia dolorosa, llena de amor y de rabia, de incomprensión, cariño e impotencia.

Fuí criada por mi Iaia, me cuidaba, me quería, pero no como quieren las iaias no, me quería con locura, a diario, con entrega, sin descanso, mientras yo estaba en el cole ella me preparaba dibujos para colorear mientras comía, me hacía vestidos, me hacía los disfraces de navidad, de carnaval, las batas de preescolar, vivía para mí, me amaba en mayúsculas.

Mis primeros recuerdos son del 1980, con tres añitos y con un único escenario, casa de mi iaia, en concreto la hora de la comida en la que nunca falataba mi Tiet, mi primer Jordi, la hora de la comida era un ritual de cariño, tras esa comida preparada con todo el amor dormía la siesta en el sofá con mi tiet mientras me acariciaba el pelo, creo que fué la época más feliz de mi vida.

Un diciembre frío todo cambió, mi tiet con 37 años murió sin avisar, el corazón se le paró creo que de tanto usarlo en querer a los suyos, en quererme a mi, y en ese momento empezó absolutamente todo.

La vida se paró para él, se obstaculizó para el resto y se truncó para mi iaia, ella seguía hablando con él, le seguía cocinando, nunca lo superó (creo que es insuperable la muerte de un hijo) y esto fue el desencadenante de la peor degeneración mental y física que he conocido en un ser humano.

Empezaron pequeños despistes que se alternaban con momentos de lucidez, en esta época ella sufrió como nunca luchando por escondernos a nosotros lo que le estaba sucediendo, ella no entendía porqué hacía según que cosas, pero consciente de sus olvidos luchaba por no caer en ellos. Si tenía que comprar patatas lo convertía en una obsesión para evitar el olvido, entonces compraba y compraba patatas y llenaba la casa de bolsas de patatas. Cuando la lucidez le visitaba se avergonzaba y no entendía nada, ni siquiera que hacían toda aquella cantidad de patatas en casa. Fué duro consolarla en aquella época, fué una devolución del cariño, paciecia y la comprensión que ella nos había entregado durante tanto tiempo.

Luego llegó la desorientación, incapaz de saber en que día, mes y año vivía, para esta época la lucidez ya le había abandonado para siempre y ella ya no sufría, ahora nos tocaba sufrir al resto y luchar por no caer en su olvido, en el olvido de la persona que más me había querido. Buscarle-me un hueco diario para visitarla y evitar que se olvidara de mi, de quien era, para que me recordara aunque el recuerdo fuese sólo de mi nombre, las experiencias y todo lo vivido juntas las había olvidado ya hacía mucho tiempo, pero yo le explicaba y le recordaba y se reía cuando conseguiamos rescatar alguna de aquellas historias vividas, yo empecé a conformarme con eso, que aunque parezca poco, cuando sucedía era muchísimo.

Pero al final pasó, se murió incapaz de recordar ni mi nombre, sólo le acordaba a él, quizás el que más cercano a ella estaba en ese momento, mi tiet, su Jordiet, el fué el primero en abandonarnos y el último de abandonar sus recuerdos.

Fué muy duro y todavía hoy me entristece pensar que todo lo vivido lo dejó aquí, se fué sin nada que recordar aunque yo la recuerde para siempre.

6 comentarios:

  1. Hola Carmen,

    creo que esto ya está arreglado...

    besos

    ResponderEliminar
  2. El meu bloc, precisament dimarts, parlarà una mica del tema aquest.
    Tan mateix, nos coneixem una mcia aquest problema, encara que un xic diferent; però de desconeixença igual... Només queda una cosa a fer, quan passa això, lluitar per recordar, els que podem, hem de recordar.

    ResponderEliminar
  3. Mónica se ha arreglado!!
    Este post tan sentido me ha conmovido de veras.
    Aunque la iaia no te conociera tu gran amor le llegaría , y le reconfortaria aunque pareciera que no. Existen los canales invisibles pero reales del cariño

    ResponderEliminar
  4. Yves...
    És una historia de lluita constant i en equip primer d'ells per recordar, després dels altres perquè ens recordin...

    Ya Carmen, seguro que mi amor le llegaba pero yo quería estar en su recuerdo hasta que se fuese y no lo conseguí aunque luché por ello. Me quedo con una imagen, mi iaia con Albita en sus brazos cuando sólo tenía quince días, sonrió (y no era normal, su cara se había helado, no tenía expresión en ella, igual tampoco se acordaba como hacerlo).
    Me quedo con sus apretones de mano espontaneos, sus medias sonrisas, su cara medio iluminada cuando te veía llegar. Parece poco pero te aseguro que ante una persona en silla de ruedas, sin conversación, con la mirada perdida, cuando te dedicaba una era mucho.
    Era como un mini guiño a la vida!!

    ResponderEliminar